Compartimos con ustedes el relato de nuestra estadía en la ciudad de Da Nang.
Durante la guerra con Estados Unidos fue un sitio estratégico, que dividía el Norte del Sur de Vietnam.
Hoy en día es uno de los destinos turísticos más visitados del país.
En parte, gracias a las playas, hermosas y bien mantenidas. Además, al estar rodeada por muchas atracciones turísticas, se conviritió en un imperdible en un viaje a Vietnam.
Es una ciudad moderna que sigue creciendo, por ello hay muchos edificios nuevos y obras en construcción.
Está ubicada cerca de nuevas atracciones turísticas como el parque temático de Sun World y sitios históricos de la Cultura Champa.
Durante nuestra estadía aprendimos mucho sobre la cultura local y nos dimos cuenta de que tendríamos que adaptarnos a las costumbres locales. Descubrimos que tendríamos que cambiar los horarios de las comidas, e incluso volver a aprender a cruzar la calle.
Asimismo, disfrutamos de bonitos paisajes urbanos, nos relajamos en la playa, ¡y degustamos el mejor café del mundo!
Nos encantó Da Nang!
Tabla de Contenidos
1er Día Da Nang
Primeras impresiones de la ciudad de Da Nang
Ya en el viaje al hotel, nos sorprendía enormemente todo lo que veíamos por las ventanillas. Vietnam, y más específicamente Da Nang, no se parecía a nada de lo que habíamos imaginado.
Desde nuestra ignorancia, esperábamos encontrarnos con un país visiblemente pobre. Tal vez ver gente andando a caballo con carros por la calle no nos habría sorprendido demasiado… ya conocen la publicidad que llega a occidente sobre el “cuco” comunista.
Asimismo, quizás todo lo que habíamos escuchado sobre los precios de Vietnam alimentaba esa fantasía.
De hecho, habíamos reservado nuestro alojamiento por Bookingcon un super descuento por ser un pre opening. ¡Pagamos solo USD 10 por noche para 2 personas! Un estudio bastante amplio con balcón, y que supuestamente tenía hasta una kitchenette.
Pensamos que era un lujo de viajeros que aprovechaban al máximo una buena tasa de cambio.
Sin embargo, en el viaje desde el aeropuerto veíamos que todos los autos eran de gama media o alta. Un parque automotor mucho mejor que el de Buenos Aires, probablemente.
También había muchos edificios por todos lados.
Claramente, no habíamos investigado mucho antes de viajar y todo nos sorprendía
En fin, llegamos a nuestro alojamiento de Da Nang.
Un edificio nuevo, lindo, una obra recién recién terminada.
Todavía se olía el cemento fresco… y se notaban las partículas de polvo aún suspendidas en el aire. Un verdadero pre-opening.
Cuando entramos, nos recibió una chica muy simpática, pero que no hablaba nada de inglés… ni español, ni francés, ni italiano. Por eso, como nosotros tampoco hablamos vietnamita, la comunicación se dio a través de palabras clave: “booking”, “room”, “Gilda”, “Julián”.
El lado negativo fue que durante nuestra estadía tuvimos que lidiar con alguna que otra cucaracha.. Sin embargo, entendimos que, con las temperaturas de Vietnam y en una construcción nueva, les llevaría un tiempo lograr controlar estas plagas.
Resultaba bastante relativo que ya hubiera dejado de ser una obra. Y además… solo habíamos pagado USD 5 por cada uno, así que lo “aceptamos”.
Por otro lado, las sábanas eran nuevas; el colchón, nuevo; el aire acondicionado, también nuevo. En la relación costo-beneficio, nos cerraba perfectamente la ecuación.
Y quizás también por ser emprendedores, nos pareció lógico tener cierta tolerancia. Al fin y al cabo, sabíamos que era un pre-opening…
Hasta colocaron unos cuadros de decoración en la habitación durante nuestra estadía, señal clara de que todavía era un “work in progress”.
Ese primer día, después de un breve descanso y sin saber ni qué ni dónde podíamos comer, decidimos saltear el almuerzo. Ya que eran cerca de las 4 de la tarde, encaramos hacia la playa. No nos aguantábamos las ganas de salir.
Sorprendiéndonos con todo
Cuando viajamos, nos gusta ir a pie a todos lados. Creemos que es la mejor manera de observar todo bien de cerca. Y podés detenerte a observar cada pequeña cosa que te llama la atención.
Por eso, íbamos atentos a todo lo que pasaba a nuestro alrededor bajo el rayo del sol y los casi 40°C.
Reconociendo hábitos
No era este nuestro primer viaje a un país asiático. Reconocíamos costumbresque se repetían, como por ejemplo el sacarse las zapatillas para ingresar a cualquier lugar.
Entrás a la farmacia, dejás las zapatillas en la puerta. Entrás a un comercio, dejás las zapatillas en la puerta. Entrás al hotel, dejás las zapatillas en la puerta…
También nos llamaba la atención que, en promedio, eran más bien de baja estatura. Por eso, nosotros, con casi 1,90 m. y 1,75 m., éramos como una especie de gigantes para los lugareños.
Lidiando con el tráfico de Vietnam
En esta primera caminata notamos también que enfrentarnos al tránsito y cruzar las calles iba a ser todo un tema. No nos quedaría otra opción más que adaptarnos, para sobrevivir nuestras tres semanas en Vietnam.
Hay muchos autos y muchas motos por tooodos lados. No se ve gente caminando nunca. Todos se movilizan en un medio de transporte motorizado (moto, auto, o bici con motor), incluso cuando tienen que desplazarse tan solo 300m..
Nuestra técnica para cruzar la calle era la siguiente: inspirar profundo, mirar hacia adelante y empezar a cruzar.
Las motos y autos reducen un poco la velocidad cuando hay alguien cruzando. Y esquivan a los peatones. ¡No dudes ni des un paso en falso! Los conductores se pueden confundir.
La verdad es que se los ve muy expertos en el tránsito que nunca se detiene.
La Playa de Da Nang
Finalmente llegamos a la playa cerca de las 17 hs. Todavía había sol y… muy poca gente, pero se notaba que no era que la gente se había ido de la playa. Más bien lo contrario, estaban llegando.
Cuando cayó el sol, antes de las 6 de la tarde, en la playa ya no entraba ni un alfiler.
Tiene sentido, nadie quiere estar al rayo del sol con taaanto calor más temprano. Además, algo que también nos sorprendió fue que entrar al mar no te refresca, es como meterse en una bañera con agua caliente.
En Da Nang el agua es limpia y transparente. En la arena también todo se veía limpísimo. No había ni una colilla de cigarrillo.
Probablemente, todos seguían las indicaciones de los carteles que decían que no se podía consumir nada ni dejar residuos en la playa.
Bañarse en el mar
Ahí estábamos nosotros, en la arena, con pocos occidentales alrededor, en malla, por supuesto, dándonos cuenta de que sus costumbres a la hora de ir a la playa son totalmente distintas a lo que uno conoce en occidente.
La gente llega a la playa en su mayoría solo con lo puesto y así se meten al mar.
Solo vimos algunos niños con bañadores. Todos los adultos y muchos niños también se meten con ropa al mar.
De verdad, con ropa. Camisas, jeans, shorts, camisetas, vestidos largos o cortos, todo es válido a la hora de meterse al mar.
Hasta vimos a alguno que otro meterse con medias (jean, camisa, medias, así sumergido en el mar). Y también vimos a un grupo de mujeres meterse con zapatos… ¡con tacos!
Para ellos, nosotros éramos una especie de extraterrestres nudistas en malla en la playa. Nos sentimos bastante observados y hasta fotografiados.
Caminando por la orilla.
Ya entrada la noche, con una brisa corriendo por la playa, nos animamos a caminar por la orilla. La gente seguía llegando. Sin lugar a dudas, era el horario ideal.
En nuestra caminata nos llamó la atención la cantidad de hoteles y torres que se estaban construyendo en la línea de la costa, hacia el Norte.
Ello nos dió el indicio de que probablemente en nuestra próxima visita a Da Nang vayamos a encontrarnos con algo distinto.
Otra cosa interesante en la playa del centro de Da Nang es que hay unos parlantes con música funcional cada 50 metros en una línea paralela al mar. Por eso, se puede escuchar la misma música en cualquier lugar de la playa. (SUBÍ EL VOLUMEN)
La verdad, no vimos a nadie con su propio sistema de audio reproduciendo música. Una vez más, fue un detalle lo que nos sorprendió.
Cerca de las 20:30 hs. empezamos nuestro regreso al hotel, pensando en bañarnos e ir por algo típico de la comida vietnamita.
Hora de cenar
Para nuestra sorpresa vimos que los puestos de comida callejera y muchos restaurantes, fuera de las avenidas principales y alejados de las zonas turísticas, ya estaban cerrados.
Nuevamente nos sonó una alarma y entendimos que teníamos que dejar de pensar como argentinos a la hora de comer.
Le preguntamos a la dueña del hotel, que ya estaba en la recepción, a qué hora se cenaba.
Y nos confirmó que era más o menos entre las 18 y las 20 hs. Después quedan pocos lugares para cenar abiertos.
Ya era tarde, no habíamos almorzado, todos los lugares adonde los locales van a comer ya habían cerrado, pero queríamos comer algo igual.
Por eso terminamos en una especie de “fast food” vietnamita, en donde probamos nuestra primera sopa. Estuvo bien, sin nada para destacar, pero dadas las condiciones la disfrutamos mucho.
Sorprendiéndonos por pequeñas cosas... ¡como las mesas y las sillas!
Ahora viene un capítulo aparte sobre una costumbre interesante, las mesas y sillas en donde uno se sienta a comer.
Ya sea en restaurantes no turísticos o en puestos de comida callejera, el mobiliario utilizado, es decir, mesas y sillas, es idéntico al que se usa en un kindergarten.
Para nosotros, eran diminutas. Por supuesto, nos veíamos muy graciosos sentados ahí, con las rodillas cerca de nuestras frentes. Algo común para un vietnamita; para nosotros, una rareza absoluta.
Así transcurrió nuestro primer día en Vietnam. Nuestro plan era acostarnos temprano para arrancar con pilas al día siguiente . Queríamos salir a pasear y visitar los lugares sobre los que habíamos investigado poco y nada.
2do Día en Da Nang
¿Listos para una caminata en una mañana muy calurosa?
La temperatura a las 9 am ya superaba los 38°C, sabíamos que nos esperaba un día muy caluroso por delante.
Decidimos visitar el Museo de la Cultura Cham y, por supuesto, el trayecto lo íbamos a hacer caminando.
Como dijimos antes, siempre que estamos viajando nos gusta cubrir la mayor parte de nuestros paseos a pie, así no nos perdemos de nada en el camino.
El plan era recorrer los 3 km que separaban el hotel del museo. Tendríamos que cruzar el famoso Puente del Dragón y parar para desayunar en el camino.
Grave error... no salgan nunca sin agua y sin haber desayunado.
No teníamos ni idea de dónde ni qué desayunar. Empezamos nuestra caminata y a las pocas cuadras la temperatura empezó a sofocarnos. No teníamos agua (¡¡¡gran error!!!) y empezamos a sentirnos mal.
Afortunadamente, encontramos una sucursal de una cafetería cadena, como si fuera el Starbucks de Vietnam. Un lugar adonde nunca entraríamos dentro de nuestros cabales.
Pero en ese momento, lo único que nos interesaba era entrar a un lugar con aire acondicionado y sentarnos a tomar algo fresco.
Así que entramos al Highlands nomás.
Pedimos algo que pensábamos que era un iced tea de matcha y un café frappé con una porción de lemon pie o aaalgo así (por lo menos eso parecía).
La verdad es que no era la gran cosa. No tenía gusto a casero, por supuesto, sino a comida procesada nomás. Obviamente, no lo recomendaríamos para nada.
Además, nos sorprendió enormemente descubrir que el té y el café venían con unos pedacitos de gelatina o algo similar.
Fue una sensación de lo más extraña: de repente, por el sorbete subió algo más bien sólido que líquido. A nosotros nos pareció horrible, aunque quizás lo inesperado tampoco ayudó.
En fin, cumplimos nuestro objetivo de refrescarnos un poco. Así que seguimos viaje hacia el museo, comprando botellas de agua cada vez que teníamos una oportunidad. Aprendimos a los golpes, pero aprendimos rápido.
Vimos en el mapa que estábamos cerca de la atedral católica. Y recordamos que la habíamos visto mencionada como una de las atracciones de Da Nang. No estaba de camino al museo, así que nos desviamos un poco para ver de qué se trataba.
No despertaba en nosotros tanta curiosidad como otros templos de Da Nang.
Al final nos pareció una iglesia común, nada demasiado interesante. Ni siquiera nos pareció muy linda.
Sí podemos destacar que, por ser una iglesia católica que cumple con todos los parámetros occidentales, se diferenciaba de los otros edificios de sus alrededores. Y había carteles en vietnamita. Y claro, toda esa combinación nos llamó la atención.
RAhí mismo, nos dimos cuenta de que estábamos cerca de algunas pagodas, templos budistas o taoístas, que queríamos visitar.
Armamos un pequeño recorrido para llegar finalmente al museo, con estas paradas en pagodas que sí nos daban curiosidad.
Sabíamos además, que la caminata nos iba a gustar. Y ya nos había quedado bien claro que necesitábamos mantenernos bien hidratados para disfrutarla, así que estábamos listos.
Cuando llegamos al museo, notamos que nuestra transpiración no era solamente agua, también transpirábamos sales. Vimos los cristales que se solidificaban en la piel y nos preocupamos un poco.
Nunca nos había pasado nada similar, así que empezamos a tomar bebidas isotónicas para que nos aporten sales.
Bueno, vamos a lo importante, llegamos al museo.
En el Museo de Escultura Cham se exhibían restos del santuario hinduista My Son.
Es muy interesante. Se pueden apreciar muchas esculturas e imágenes talladas en piedra muy bien logradas. Se calcula que eltemplo My Son fue construido entre los siglos X y XI. En el museo también se pueden ver vasijas y herramientas de aquellos años.
A veces, los occidentales nos maravillamos cuando vemos una iglesia o algún edificio construido allá por 1500 o 1400. Por la calidad de su trabajo y la falta de tecnología según nuestra concepción moderna, claro.
En el museo, de pronto, nos encontramos con culturas que tienen registros muy anteriores a esos siglos. Con una producción mucho más sofisticada.
Nos preguntamos cómo era posible y por qué no nos habían contado nada de esto en la escuela…
Por otro lado, muchos se preguntarán, por qué encontramos restos de un templo dentro de un museo y no en su sitio, donde se encuentra el templo propiamente dicho.
No es que los vietnamitas no cuiden su cultura y edificios históricos, más bien todo lo contrario.
La explicación está en que Vietnam viene sufriendo guerras desde hace miles de años. Primero el territorio fue ocupado por el imperio chino, luego por los japoneses, luego vinieron los franceses, después, la invasión de EEUU… Cada cual hizo su aporte para destruir algo perteneciente a la cultura vietnamita.
En fin, cuando estábamos por salir del museo empezaron a caer unas gotas de lluvia. Nos alegramos un montón. Pensamos “¡un milagro!, ¡ahora va a refrescar!”. Y no, para nada.
La lluvia no ayudó, sino más bien lo contrario.
Llovió durante unos 5 minutos, pero el agua ni siquiera llegaba a mojar el piso. El agua caía y automáticamente se evaporaba, generando aún más humedad en el ambiente. Fue loquísimo ver cómo el suelo no se mojaba.
Sí rescatamos algo, al menos. Nos dimos cuenta de algo curioso mientras mirabamos el pronóstico del tiempo para ese día.
Las tardes eran un poco más frescas que las mañanas, al menos para el pronóstico. La temperatura anunciada para las cuatro, cinco de la tarde era de 35°C y por la mañana unos 39° / 40°C.
Así que seguimos en nuestra búsqueda de pagodas.
Desde ahí nos fuimos caminando hasta la pagoda Phap Lam. Una pagoda es un edificio tipo torre con varios pisos, usados en su mayoría para practicar la religión budista, que es la religión principal de Vietnam.
Todo es muy impresionante dentro de este lugar. No se parece en nada a lo que estemos acostumbrados los occidentales. Se pueden ver muchas imágenes de Buda talladas en piedra, dibujos, etc.
Algo que nos llamó mucho la atención, es que dentro del templo y a sus costados (donde están los jardines) había mucha gente durmiendo. Al menos unas 50 personas, un poco después de las 11 am.
Además, no parecían indigentes. De hecho, nos dimos cuenta de que en Vietnam no habíamos visto ningún homeless. Algo, lamentablemente, muy frecuente en Buenos Aires, por ejemplo.
Nuestra conclusión que esa gente estaba durmiendo la siesta, aprovechando el piso de mármol que estaba bastante frío. Sobre todo en comparación con la temperatura ambiente.
También vimos algunas personas durmiendo en unas reposeras.
Si el día empieza muy temprano, tipo 6 am… para evitar las horas de más calor, tiene mucho sentido dormir una siesta cerca del mediodía.
Nosotros decidimos hacer lo mismo, volver al hotel para descansar un poco. Era pasado el mediodía y estábamos muertos de calor.
Necesitábamos una ducha y una siesta.
Relajarnos con el aire acondicionado prendido al máximo era nuestra única alternativa para seguir el día.
Como siempre, en nuestras caminatas encontrábamos cosas que nos iban llamando la atención. Como mencionamos antes, todos se transportan en algún vehículo, la gente no camina.
Por lo tanto, las veredas cumplen otra función. Se usan para estacionar vehículos, no para caminar sobre ellas. Inevitablemente, entonces, nuestras caminatas siempre implicaban esquivar obstáculos.
También nos llamó mucho la atención la cantidad de bancos de mármol para sentarse que encontramos por toda la ciudad. Son una especie de bloque de mármol pulido que deben pesar cada uno alrededor de ½ tonelada.
Bueno, tiene sentido, si tenemos en cuenta que a pocos km de la ciudad se encuentran las Montañas de Mármol.
Da Nang definitivamente es la ciudad de mármol.
Por eso es común ver comercios que se dedican a la venta de artículos tallados en mármol y artesanos que trabajan con mármol.
Esa misma noche nos fuimos al mercado nocturno de Son Trah. Los mercados son nuestra perdición, y este no podía ser la excepción.
Queda al pie del Puente del Dragón, una de las atracciones modernas de Da Nang. Como queríamos ver el puente de noche, íbamos a matar dos pájaros de un tiro.
Nos encantó ver el Puente del Dragón de noche.
El puente es una atracción en sí mismo. Es perfecto para sacar fotos, tiene un juego de luces que lo hace muy reluciente. Además, los fines de semana y en algunas festividades el dragón tira fuego por su boca.
A uno de los costados del puente hay un mirador desde donde te recomendamos que tomes fotos al puente, es una de las mejores vistas.
Este lugar vendría a ser algo así como “el mirador del amor” (también los ojos del dragón tienen forma de corazón). Es uno de esos lugares en donde podés poner un candado en la baranda para que tu amor dure para siempre…
Y, obviamente, hay un comercio que vende los candados a pocos metros… ¡Viva el amor!
Entonces, después de sacar un millón de fotos del puente, nos dirigimos al mercado nocturno de Son Trah.
El mercado nocturno Son Trah es algo que no tienen que perderse. Ahí pueden encontrar cualquier cosa que estén buscando: souvenirs, comida, golosinas, jugos y licuados, karaoke, etc. Todo es muy interesante para ver y para probar. (Subí el volumen)
Nosotros estuvimos un día de semana y el ambiente era bastante animado. Había muy pocos turistas, parecía más bien un mercado para locales.
3er Día en Da Nang
Así fue nuestro tercer día en Da Nang y también en Vietnam. Íbamos a pasar por Da Nang nuevamente antes de dejar el país, ya que nuestro vuelo partía de esta ciudad. Dejamos para el final, entonces, la visita al Golden Bridge en Ba Na Hillsy la excursión por las Montañas de Mármol.
Ya teníamos todo listo para ir a Ho Chi Minh. Con bastante tiempo para desayunar y luego ir para el aeropuerto.
Entre lo que llevábamos leído y lo (poco) que habíamos podido experimentar, concluimos que lo mejor era adaptarnos al ritmo de vida vietnamita.
Es decir, levantarnos temprano y hacer las comidas en sus horarios.
Así que en este tercer día nuestro desayuno fue un Pho, una sopa con fideos, vegetales y un poco de carne. Puede ser con carne de vaca, cerdo o pollo. Si querés, le agregás picante, y empezás el día ATR.
Este mismo plato también puede ser almuerzo o cena. Esto se consigue más fácilmente antes de las 8am. Luego, muchos comercios o puestos callejeros ya dejan de cocinar hasta el mediodia.
Entre las 8 am y las 10 am,lo más común es tomarse un café. Por supuesto, siempre tendría que ser después del desayuno con sopa.
Vietnam es unos de los mayores productores mundiales de café.
La calidad es excelente y su población tiene una gran tradición de tomar café.
Hay cafeterías por todos lados y también vendedores ambulantes de café. Por supuesto, las cafeterías tienen mesas y sillas diminutas para sentarse, como cualrquier restaurant. Algo muy curioso es que, muy al estilo francés, tienen sus mesas en la vereda con todas sus sillas mirando hacia la calle.
El café se toma frío o caliente, solo, con leche o con leche condensada. Siempre, como cortesía en las cafeterías, te traen un vaso de té, que puede ser frío o caliente. Así como en las cafeterías típicas de Buenos Aires te dan un vaso de agua de cortesía, en Vietnam es un té.
Después del desayuno pedimos nuestro Grab y fuimos al aeropuerto para hacer nuestro viaje a Ho Chi Minh.
No sospechábamos que estábamos a punto de vivir el drama de nuestro viaje en el aeropuerto de Da Nang.
Llegamos al aeropuerto, intentamos hacer el check in online, no pudimos. Pedimos asistencia a quien con uniforme del aeropuerto estaba parada junto a las computadoras para el check in, tampoco pudo. Nos indicó que hagamos la cola para hacer el check in por mostrador. Hicimos la cola, llegó nuestro turno, mostramos el celular donde teníamos los datos de nuestro vuelo y…
CHAAAAAAANN nos dice la recepcionista: “su vuelo es dentro de 2 meses, es para ¡agosto!”
En resumidas cuentas, cuando compramos nuestros pasajes hubo una serie de problemas. Por eso, tuvimos que reclamar al sitio web para que nos manden los tickets y nos mandaron cualquier cosa. No nos dimos cuenta hasta ese momento, y la verdad es que no había tiempo ni ganas ni nadie a quién reclamarle. Así que buscamos otro vuelo en google y conseguimos por USD 70 cada uno . Tres horas después, nuestro nuevo vuelo despegó hacia Ho Chi Minh.
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