Ho Chi Minh fue el segundo destino de nuestro viaje a Vietnam.
Recorrer esta ciudad loca fue sencillamente maravilloso.
Es una ciudad enorme, llena de vida, con muchos bares, puestos de comida, mercados callejeros, cafés fantásticos y gente muy amable.
También seguimos las huellas de la historia de Vietnam.
Exploramos los famosos túneles de Cu Chi Tunnels, tan importantes en la guerra contra Estados Unidos.
Encontramos edificios e íconos de la revolución y de la reunificación del país.
Visitamos palacios de estilo francés de la época de la colonia francesa.
Descubrimos impactantes pagodas y templos.
Deambulamos por las calles de la antigua Saigón y observamos el crisol social, el caos del tráfico y la arquitectura ecléctica.
Y por supuesto, seguimos aprendiendo sobra la gente, sus costumbres, cómo es la vida en una ciudad tan grande y mucho más.
Tabla de Contenidos
1er Día en Ho Chi Minh
Finalmente llegamos a Ho Chi Minh, superado todo el estrés de no haber podido viajar como habíamos planeado y tener que comprar un pasaje en el propio aeropuerto de Da Nang. Solo nos quedaba llegar a nuestro alojamiento
Enfrentando el tráfico de Ho Chi Minh
El vuelo fue muy corto, de una hora y media. Pero para llegar hasta el alojamiento que habíamos reservado por Airbnb, tardamos más de una hora extra por el intensísimo tránsito de la antigua Saigón.
Repetimos nuestra estrategia y pedimos el Grab desde afuera del aeropuerto. Esto podíamos hacerlo ya que viajábamos con muy poco equipaje: 1 mochila de 30 litros cada uno. No parecía tan terrible caminar un poco más de 500 metros hasta alejarnos mínimamente del tránsito trabado del aeropuerto.
Podríamos decir que el tránsito en esta ciudad es insoportable, hay muchísimas motos y autos por todos lados. De hecho, parecía que nunca íbamos a llegar a nuestro destino a ese paso tan lento, pero finalmente lo logramos.
Llegando a nuestro alojamiento de Booking
Se encontraba entrando en un callejón. A primera vista podría asustar un poco a un viajero desprevenido, pero luego nos dimos cuenta de que no había nada que temer.
Además, habíamos leído algunos comentarios de otros huéspedes anteriores que nos motivaron para seguir avanzando al entrar.
Y la verdad es que viajando por el Sudeste Asiático siempre nos sentimos a salvo, así que avanzamos hasta encontrar nuestra puerta.
Nuevamente, todo nos resultaba interesante. El callejón en donde está ubicado este edificio refleja la mezcla de clases sociales, como todo Ho Chi Minh.
Descubriendo el crisol social de Ho Chi Minh
Como en todos los pasillos que vimos por la ciudad, pegadas a las medianeras, hay unas habitaciones muy chicas (2 m x 1,2 m por ejemplo) en donde vive gente. Estaban construidas junto a las medianeras de los edificios
Realmente es difícil definir el límite entre el espacio público y el privado.
Como decíamos, el espacio interior es mínimo. Pueden imaginarse que quienes viven allí lo hacen en pésimas condiciones.
En este caso, las personas que vivían allí tenían su puesto de venta de comida sobre la vereda en el ingreso al callejón.
Otra personas, en su cuarto / vivienda, tenían una especie de kiosco / almacén. Vendían varías cosas, entre ellas aguas y cervezas que compramos muchas veces, incluso a un precio más conveniente que en los mercados. Y también vivían allí por supuesto.
Nuestro alojamiento en la antigua Saigón.
Nuestro alojamiento se encontraba en un edificio moderno Era una casa de familia, ahí vivían y alquilaban habitaciones a turistas. Otro mundo.
Nuestra habitación en el segundo piso era impecable, gigante, con un excelente aire acondicionado y un ventanal que daba al callejón por donde habíamos ingresado.
Hasta ahí, ya todo era perfecto. Pero además, nuestro anfitrión nos dio una carpeta que contenía lugares de referencia para visitar en la ciudad, recomendaciones excursiones para hacer fuera de Ho Chi Minh y lo mejor, ¡recomendaciones gastronómicas!
Después de una ducha, salimos en busca de la cena. Con todo el drama del viaje desde Da Nang, se nos había hecho un poco tarde para cenar, ya que eran casi las 9 pm. Afortunadamente, en esta ciudad grande había muchas opciones.
El ambiente animado de la calle Bui Vien.
Explorando los alrededores y buscando comida fue como llegamos a la calle Bui Vien, por casualidad. ¿Qué decir de este lugar? Es difícil explicarlo, es lo que se dice una “locura total”. Nosotros, argentinos, diríamos un “quilombo”.
Hay miles de bares uno al lado del otro, con música más que a todo volumen. Tan alto que es imposible intentar comunicarse con alguien incluso gritándole al oído. (Subí el volumen)
Empezamos a comunicarnos telepáticamente. Claramente, nos llamaban la atención las mismas cosas.
Fue una experiencia realmente abrumadora. Miles de personas caminando, por la calle y dentro de los bares, motos queriendo pasar entre la muchedumbre, vendedores ambulantes, camareros captando potenciales consumidores. La calle Bui Vien son algunas cuadras nomás, pero realmente intensas.
En fin, decidimos alejarnos un poco de tanto frenesí y fuimos a comer un sandwich a uno de los lugares recomendados por nuestro host.
Los sándwiches vietnamitas Banh Mi
Ya mencionamos en nuestro posteo de Da Nang que los vietnamitas adoptaron algunas costumbres de Francia y el pan estilo baguette es una de ellas.
Es muy común para los vietnamitas comer sándwiches con estos panes y distintos rellenos, casi siempre picantes. Aunque el pan era similar a una mini baguette, los rellenos eran bastante diferentes.
Eso lo naturalizamos rápidamente, tenía que ver con su historia.
En cambio, lo que más nos llamó la atención es que para abrir el pan para preparar el sándwich usan una tijera. Van cortando con la tijera uno de los laterales de la baguette y luego lo terminan de abrir con los dedos.
Después de comer, seguimos recorriendo la ciudad.
Empezamos a meternos por los pasillos que se abrían en las calles.
Muchos de ellos bastante angostos, con manojos de cables, de conexiones muy precarias de las viviendas, que pasaban a pocos centímetros de nuestras cabezas.
Era como estar paseando por el barrio gótico de Barcelona pero con un glamour muy diferente. Por supuesto, acá también había tránsito de motos y apenas pasaban por su ancho por algunos pasillos. Nos sentíamos bastante torpes por momentos, porque no sabíamos cómo hacer para no estorbar su paso.
Nos divertimos mucho explorando cada callejón que aparecía en nuestro camino.
Los límites entre lo público y lo privado.
Notamos que muchas casas tenían sus puertas y ventanas abiertas. Podíamos verlas en su interior y observar qué estaban haciendo sus habitantes.
Nos resultaba curioso que usaran esos sillones de madera tallada tan particulares de Vietnam, sin almohadones ni nada para sentarse. Sencillamente parecían estar relajándose. Aunque también muchos, la mayoría quizás, directamente se sentaban o acostaban en el piso.
Degustando los mejores licuado.
Luego, con la panza ya no tan llena, le llegó el turno a otra recomendación de nuestro host, los licuados de frutas.
Seguimos las indicaciones hasta encontrar otro puesto en una de las calles sin salida de la ciudad. Obviamente, tenía mesitas y sillitas de plástico chiquitas.
Este ritual lo repetimos cada noche. Nos atrevemos a decir que son los mejores licuados que probamos en nuestras vidas.
Observando la fauna local
Siempre caminando, en el camino de vuelta seguimos aprendiendo sobre la vida en Vietnam. Fue en Ho Chi Minh cuando empezamos a observar que los vietnamitas no se horrorizaban al ver una rata por la calle. Y podemos dar fé de que hay muchísimas ratas. Pero para ellos es como quien ve una paloma.
Hasta vimos niños queriendo jugar con ratas, atrayéndolas con comida o asustándolas. En definitiva, lo mismo que puede hacer un niño en Buenos Aires con palomas… y a decir verdad, nos preguntamos cuál de los dos animales transmite menos enfermedades…
Así transcurrió nuestra primera noche y primeras horas en Ho Chi Minh.
2do Día en Ho Chi Minh
Desayuno en Cho Ben Thanh
Nuestro alojamiento estaba ubicado cerca del mercado (Cho) Ben Thanh, del que nos habían hablado bastante. Así que nos fuimos para allá a buscar un buen desayuno con sopa.
Apenas entramos, nos sentimos abrumados, es un lugar para turistas exclusivamente. Muy pintoresco, sí, pero para turistas.
Todos los que trabajan ahí quieren que consumas en su negocio. Nos sentimos un tanto acosados, pero necesitábamos comer. Así que elegimos un puesto y tomamos nuestra sopa con langostinos.
Los langostinos se convirtieron en una especie de aviso: los puestos de comida que ofrecían sopa con langostinos generalmente eran visitados por turistas, mientras que los puestos de mercado, sin tantos clientes turistas, solo ofrecían Pho Ga (con pollo) y Pho Bo (con carne de vaca).
Paseando por la antigua Saigon
Ese día aprovechamos para descubrir los vestigios de haber sido colonia francesa. Palacios que habían sido convertidos en Museos, el edificio del Correo Central, el Palacio de la Reunificación, etc..
El primero que encontramos fue el Museo de Bellas Artes. Estaba cerca de nuestra casa y ya lo habíamos visto desde el taxi en el viaje desde el aeropuerto.
Todos los demás están bastante cerca unos de otros, así que nos acercamos a la calle peatonal Nguyen Hue y desde ahí empezamos a dar vueltas.
Encontramos el ayuntamiento de la ciudad de Ho Chi Minh justo detrás de la estatua del líder revolucionario (Ho Chi Minh).
Originalmente se trataba del Hotel de Ville de la ciudad de Saigón, el ayuntamiento en la época de la colonia. Sin embargo, como muchos de estos vestigios de la época de la colonia, sufrió un cambio de nombre (a “Comité Popular de Ho Chi Minh«) y una reapropiación por parte del régimen comunista.
Un dato interesante que descubrimos es que la iluminación de este hermoso edificio está a cargo del servicio de iluminación de la ciudad francesa de Lyon. Volvimos a pasar de noche, en nuestros paseos nocturnos, y realmente lo disfrutamos.
El Museo de la Ciudad de Ho Chi Minh, que está en la cuadra siguiente también es interesante por su arquitectura colonial.
De ahí nos fuimos a ver el Teatro de Ópera de la ciudad. Justo enfrente, el edificio del Hotel Continental nos traía a la mente imágenes cinematográficas.
Nos quedamos imaginando cómo habría sido la vida en esa época.
Desde ahí, el siguiente hito a visitar era el Correo Central. Como siempre hacemos, mandamos alguna postal para la familia desde el correo, mientras disfrutábamos de la arquitectura.
Ya estábamos frente a la Catedral. Nuevamente, al igual que lo que nos pasó en Da Nang al visitar la Catedral Católica, la de Ho Chi Minh no nos llamó demasiado la atención. Pero de cualquier modo sacamos algunas fotos, claro.
Estábamos muertos de calor y necesitábamos ir al baño, por toda el agua que estábamos tomando. El tema es que es muy difícil encontrar baños públicos. No hay tantos.
En los shoppings no hay, ¡¡y descubrimos que en algunos cafés tampoco!! Por suerte, de camino al Palacio de la Reunificación, volvimos a encontrarnos con esa cadena de cafes que habíamos conocido en Da Nang y zafamos.
Desde el Palacio de la Reunificación decidimos emprender la vuelta, necesitábamos descansar un poco.
Pero antes, queríamos sacarle una foto al lago de la tortuga, una plaza con una fuente en una rotonda. ¡¡¡Grave error!!! La fuente parecía abandonada y todo el lugar estaba lleno de mosquitos como nunca antes vimos en nuestras vidas. Salimos corriendo de ahí y empezamos a volver en dirección al Río Saigón.
La temporada de lluvias de Ho Chi Minh
La torre Bixteco quedaba en nuestro camino, así que la incluimos en el recorrido también. A sus pies, tuvimos que protegernos un poco de la lluvia. Enseguida paró y seguimos viaje.
La lluvia no nos molestó nunca realmente, durante nuestra estadía en Ho Chi Minh.
Habíamos dudado en visitar la ciudad. Justamente porque no era la mejor época del año por las lluvias Por eso, estamos muy contentos con la decisión de incluirla en nuestro viaje, realmente estuvo bien. Siempre duró poco la lluvia y no nos afectó demasiado.
Adictos a los jugos frescos
Antes de llegar al alojamiento pasamos por el mercado callejero de Tôn Thất Đạm y nos compramos un jugo de caña de azúcar. Fue muy refrescante. Durante este viaje nos volvimos realmente adictos a estos jugos. ¡Y a los licuados! Ni hablar de los cafés…
3er Día en Ho Chi Minh
Adaptándonos a la dieta local
Arrancamos nuestro día como corresponde hacerlo en Vietnam. Volvimos al mercado callejero de Tôn Thất Đạm y nos tomamos una sopa con langostinos muy picante en uno de los puestos.
Acto seguido, fuimos a tomar un café. Con todo el día por delante, ya estábamos transpirando a mares antes de las 9 am.
Evidentemente no dudamos en pedir un café frío. No nos animabamos al café caliente todavía. Por extraño que parezca, es la opción más popular entre los vietnamitas a pesar de los más de 30°C matutinos.
La medida de café es generalmente la de una pocillo de café, no tan pequeño como un espresso, pero bastante chico de cualquier modo.
Observamos, en más de una oportunidad, que el café era servido como en uno de esos “hornitos aromáticos”. Esos en donde uno pone una fragancia y por debajo una vela prendida para que se vaya evaporando el aceite. Bueno, ese mismo sistema era el que se utilizaba para el café. En vez de una fragancia, allí se ponía el café con la vela por debajo.
Como nota de color, pero que viene al caso, podemos decir que los vietnamitas se alimentan en general de manera sana. Su dieta es muy variada, no incluye tantas harinas. En nuestra experiencia, no es común ver gente obesa.
El modo de vida del lugareño
Decidimos en nuestro segundo día de exploraciónir a ver el barrio chino, para visitar sus pagodas y templos.
Una vez más, empezamos nuestra excursión caminando, a pesar de que nuestro primer destino estaba a más de 4 km… La verdad, el esfuerzo valió la pena definitivamente.
El solo hecho de ver la arquitectura de la ciudad, caminar por las calles, ver a los vietnamitas comiendo y comunicándose entre ellos ya era toda una experiencia para nosotros.
En nuestro camino nos encontramos con un mercado callejero. Había frutas y verduras absolutamente desconocidas para nosotros.
Los edificios, generalmente muy ornamentados, no dejaban de llamarnos la atención tampoco. La mayoría eran muy angostos, de unos tres o cuatro metros de frente (no más) y con unos tres o cuatro pisos de altura. Uno al lado del otro, se generaban composiciones muy interesantes.
Nuestro paseo fue por zonas muy poco turísticas, Todos nos miraban como si fuéramos un bicho raro. Nosotros lo disfrutamos mucho, nos sirvió para ver la vida real. Todo parecía muy auténtico, justamente lo que queríamos ver.
Lidiando con el tráfico
A esta altura ya nos sentíamos experimentados para cruzar las calles de Ho Chi Minh. Lo importante es empezar a caminar, no dudar en el paso, ir siempre para adelante. Las motos que vienen circulando desaceleran o se empiezan a abrir para esquivarte.
Esta es la forma más segura de cruzar una calle.
De cualquier modo, no solo hay que tener cuidado al cruzar la calle, sino todo el tiempo. Nunca hay que olvidarse de las motos en Ho Chi Minh.
Como los lugareños usan motos todo el tiempo, para ir a todas partes, vale circular por cualquier lado con la moto, arriba de la vereda también. En los mercados, incluso, pasan por el medio de los puestos y de la gente que está ahí comprando.
Pagodas, iglesias, templos.
También de camino, nos encontramos con la iglesia de Francisco Javier, otra iglesia católica, bonita. Sin embargo, lo que más nos cautivó fue que tenía un arco de estilo oriental en la entrada. En el jardín hay una figura de la virgen, ubicada en una estructura que parecía una pagoda.
Finalmente, llegamos al barrio chino. Perdimos la cuenta de cuántas pagodas visitamos ese rato, eran todas muy alucinantes.
Observamos los rituales de sus visitantes (casi no había turistas) y quedamos hipnotizados por las figuras iluminadas con luces led muy psicodélicas.
Terminamos nuestra vuelta en el mercado de Binh Tay (Cholon) que da nombre al barrio. Llegamos un poco tarde ya para ver el mercado en plena actividad, pero no queríamos dejar de visitarlo.
Algunos negocios quedaban abiertos todavía y fue suficiente como para darnos una idea de que ahí podíamos encontrar de todo. Realmente, cualquier cosa.
Finalmente, como ya estábamos cansados de tanto andar, decidimos pedir un Grab y volver al alojamiento. Necesitábamos descansar.
4to Día en Ho Chi Minh
De tour a los túneles de Cu Chi
En nuestro cuarto día decidimos salir de la ciudad y hacer la visita obligada a los túneles de Cu Chi.
Un lugar emblemático en la guerra contra EEUU, porque ahí se dió la resistencia más férrea de parte de los vietnamitas.
Esta excursión fue super interesante. Aprendimos mucho sobre la guerra en la que Estados Unidos invadió Vietnam.
Pudimos ver cómo era la vida en los túneles (donde dormían, comían y vivían) y nos contaron sobre las consecuencias, que aún hoy son tristemente visibles en los afectados por el agente naranja.
En Cu Chi hay una zona adaptada para el turismo en donde se pueden ver los cráteres generados por las bombas, las armas y vestimenta utilizadas por la resistencia y, sobre todo, visitar un pequeño tramo de los famosos túneles.
Estos túneles, si bien están adaptados para el turismo, son muy incómodos de transitar de todas formas.
Quedamos en shock cuando nos contaron que habían sido ampliados, para que sean más cómodos para los turistas. No podemos siquiera imaginar cómo habrá sido vivir ahí.
Sus ingresos son un poco más grandes que los originales (en los originales solo entra quien tenga una contextura física muy pequeña) y cuentan con ventilación artificial. Además, ahora cuentan con ventilación artificial y también se instalaron luces para que atravesarlos resulte más fácil.
Nuestra experiencia fue primero ingresar a un túnel que tendría unos 15 metros de largo. Era muy pequeño, había que caminar en cuclillas y sentíamos que nos faltaba el aire a pesar de la ventilación.
Una vez atravesado este túnel, el guía nos propuso visitar un tramo que no estaba adaptado para el turismo. Tenía unos 50 metros de largo, era más angosto y más bajo que el anterior y sin ventilación. Como si fuera poco, en algunos tramos había que arrastrarse por el piso. No era posible circular de otro modo.
Julián decidió abortar la misión, mientras que Gilda, muy valiente, se adentró también en este túnel.
Este lugar, si bien está alterado para su explotación turística, es muy interesante. El guía nos explicó cómo fabricaban sus armas, sus ropas, cómo cocinaban sin ser detectados por el enemigo, cómo eran las trampas y todas las estrategias para no ser encontrados. Aprendimos mucho.
Y nos habíamos cansado también. Meternos en los túneles había sido muy emocionante y necesitábamos relajarnos un poco.
Por suerte, el tour incluía almuerzo, y tenemos que reconocer que superó nuestras expectativas, al poder degustar varios platos y frutas típicas.
La excursión que habíamos contratado era de todo el día. Por la mañana visitamos los túneles y por la tarde, post almuerzo, el paseo continuaba por el Delta del Mekong.
Delta del Mekong
La distancia desde los túneles de Cu Chi hasta el Delta del Mekong era bastante larga, estuvimos casi 2 horas en la van hasta llegar al puerto.
El paseo por el delta incluía la visita a 4 islas y un viaje en canoa por un canal angosto. Básicamente, las paradas estaban pensadas para comprar souvenirs y productos regionales.
Los paisajes eran muy lindos y se podía observar cómo era la forma de vida de los lugareños. También los barcos eran interesantes, con un estilo asiático.
Un país con cerveza muy barata
En nuestro regreso a Ho Chi Minh desde el Delta del Mekong, nuestro guía muy amablemente nos ofreció si queríamos cervezas frías para el viaje.
La cerveza es muy barata en Vietnam, por menos de USD 0,25 la conseguís fría en un mercado cualquiera. Varios de nuestro grupo le dijeron que sí, “una cerveza por favor”.
Seríamos unas 9 personas en el grupo. Así que compró 18 latas en total, 6 para los miembros del grupo y 12 para sí mismo. Como si no fuera suficiente, a cada una, al abrirla, le tiraba un chorrito de una botella de vidrio tipo petaca. La etiqueta de esa botellita tenía un alacran, y emanaba un olor tan fuerte que cada vez que la abría se olía desde el asiento de atrás.
Nuestro guía era un tipo muy simpático, aunque extremadamente homofóbico.
Durante todo el viaje de vuelta, estuvo chamuyando a la única chica que estaba sola en el grupo. El resto éramos todas parejas. Mientras coqueteaba con ella, seguía tomando cerveza y… ¡le eructaba en la cara! Se comportaba como si fuera algo totalmente natural.
Después de un día largo, nos fuimos a comer algo por ahí y a dormir temprano.
5to Día en Ho Chi Minh
La experiencia local
Ya despidiéndonos de Ho Chi Minh, fuimos a desayunar al mismo lugar que el día anterior.
Era un puesto en un mercado, con capacidad para unas 12 personas. Armado con una estructura de hierro y con lonas de paredes, tenía mesas, sillas y hasta ventiladores de techo.
Lo que se dice un lugar auténtico. De hecho, no vimos a otros turistas en ese mercado.
Cuando llegamos al puesto de comida, estaban las tres mesas ocupadas. Afortunadamente, quien lo atendía nos indicó que nos sentáramos en una de las mesas donde solo había una persona sentada. Ahí solo había una persona sentada desayunando.
Nuestro compañero de mesa estaba vestido como quien va a trabajar a una oficina. La otra mesa estaba ocupada por otros dos, presuntamente oficinistas, y en la tercera mesa, un padre con su hijo, parecían estar desayunando en la previa de ir al colegio.
Nos sentimos un poco observados por los presentes en el lugar. Aparentemente no era común tener turistas ahí.
Quien rompió el hielo fue el nene con su “where are you from?”. Con nuestra respuesta se escuchó un “ahhh” generalizado y enseguida nos relacionaron con Lionel Messi.
A partir de ahí se abrió una interesante charla con nuestro compañero de mesa. Hablaba en inglés, por supuesto.
Después de nuestro desayuno, una sopa de pollo, fideos, hojas verdes frescas y un poco de picante, nos fuimos a tomar un café. Obvio, lo que hacen todos.
Fuimos al que ya era nuestro café favorito. Estuvimos cuatro mañanas en Ho Chi Minh y los 4 días fuimos a tomar café ahí.
Nos gustaba el café propiamente dicho, pero también el lugar y el ambiente que se generaba. Por cierto, nunca vimos turistas en ese café.
Ya nos reconocían y nos ofrecían “lo de siempre”, así que nos tomamos nuestro café con leche condensada.
Al momento de pagar, ya con la confianza de haber ido cuatro días seguidos, nos preguntaron “where are you from?”. Y una vez más, nos asociaron con Lionel Messi.
Lamentablemente ninguno de los que trabajaba ahí hablaba en inglés, así que nuestra charla se limitó a ese breve intercambio.
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